Cuando algún cordobés no cordobesista habla de las miserias de nuestro equipo, siempre tiene unas palabras de gloria para la sufrida afición. Se nos regalan calificativos como única, sobresaliente, fiel, constante y otros más que siempre nos colocan por encima de los que se visten de corto.
Es posible que fuera así cuando vivía mi abuelo, pero en los últimos años la "hinchada" cordobesista está demostrando estar al nivel de los futbolistas, como mucho. No quiero recordar el esperpento de la ola el día del Irún la temporada pasada...no hace falta, solo tenemos que ver lo que ha ocurrido hoy. Quizás demasiado pronto, eso sí, desde la Grada Blanquiverde se empezaron a escuchar cánticos que deberían reflejar el hastío que sufre el cordobesista medio. Los chicos pidieron la dimisión de la directiva, el relevo de Lucas, se acordaron de ciertas estrellitas que no se han vestido de corto casi en todo el año a pesar de sus abultados sueldos, ¿dónde se equivocaron?
Cuando la soporífera segunda parte avanzaba, yo esperaba que el resto del estadio se uniera a las protestas, ya que la permanencia estaba atada y más que atada no solo por el resultado de casa, sino por la paliza del Barcelona al Salamanca. Pero no, todo lo contrario. Se les cantó a los chicos "ultras de cartón", "los ultras son sevillistas" y varias lindezas más. Evidentemente unos optaron por irse y otros por sentarse.
Nuestros futbolistas se siguen empeñando en demostrar que son de segunda el último día. Nuestra afición sigue demostrando ese mismo último día que quizás la segunda le venga larga. Con este cóctel, a uno se le quitan las ganas de ni siquiera soñar con ser de primera.